GILBERTO LAVENAT
La vetusta UABC.

Por : Gilberto LAVENANT

TIJUANA B.C.-A 57 años de su fundación, la Universidad Autónoma de Baja California, con una población de aproximadamente 60 mil estudiantes, es una institución vieja. Al menos en su estructura jurídica.

La UABC es una joven vieja. Vetusta, podría decirse.

En los últimos procesos de renovación de rector, se ha puesto de manifiesto, que, legalmente hablando, la UABC opera en base a una estructura jurídica obsoleta. Prácticamente dictatorial.

A partir de que, no obstante su enorme población, 5 mil 237 profesores, 2 mil empleados y 57 mil 755 estudiantes, la elección del Rector, está a cargo de solamente 11 personas, los integrantes de la llamada Junta de Gobierno.

Los universitarios, no conocen la democracia. En los procesos de renovación de la autoridad universitaria, profesores, empleados y estudiantes, son simples espectadores. No tienen voz, ni voto. En el presente proceso, se organizaron una serie de foros, para escucharlos. Pero no hay nada que garantice que serán tomados en cuenta.

Si bien es cierto, que la Máxima Casa de Estudios, de Baja California, ha venido funcionando en calma, no obstante la magnitud de sus recursos humanos y que constituye un fabuloso complejo educativo, cuyo costo de operación es por el orden de los 5 mil millones de pesos anuales, parece una simple productora de mano de obra calificada.

Esto, es algo que preocupa a muchos bajacalifornianos, cuando observan que los estudiantes, en su mayoría, son seres apáticos, desinteresados de la problemática social y que por lo tanto, no obstante sus grados académicos, poco aportan para el mejoramiento del desarrollo social.

Todo, por culpa de la estructura jurídica y operativa de la Universidad. Los estudiantes acuden a las aulas universitarias, a prepararse para el trabajo. Pero no tienen derecho, a cuestionar nada, de nada.

Lo mismo pasa con los profesores. Se les tiene sometidos, a rígidas reglas de trabajo, que no les permite voltear a ver la problemática social. Se les condiciona a ser disciplinados, sumisos, para tener derecho a que se les asignen horas-clase.

Aquellos que logran el status de definitividad o declaración de maestros de tiempo completo, es porque ya demostraron, durante bastantes años, que son simples soldados rasos, incapaces de levantar la cara, para preguntar o cuestionar.

Es evidente que se requiere una nueva Ley Orgánica de la UABC, que no solamente permita conservar y fortalecer la autonomía universitaria, sino, además, inducir a la democracia. Que profesores y estudiantes, además de acudir a impartir o recibir clases, opinen, sugieran y recomienden, las formas de enriquecimiento educativo. Y además, participen directamente en la elección de sus autoridades, desde el Rector, hasta Directores de unidades académicas.

Precisamente, sobre este tema, el Lic. Daniel Solorio Ramírez, profesor en exilio de la UABC -el actual Rector, Felipe Cuamea, le inició un proceso de despido, por dizque no cubrir sus horarios de clases- acudió a la reunión sabatina de UABC : Campestre o Nada, A.C., en Tijuana.

Los integrantes de dicha organización, fueron protagonistas de un movimiento estudiantil, a principios de 1971, conocido como “La toma del Campestre”, que obligó a las autoridades de Baja California, a asignar los terrenos en los que actualmente se ubica el Campus Tijuana de la UABC. Antes de esto, la Universidad era simplemente un papel.

Solorio Ramírez, exDirector de la Escuela de Derecho de la UABC, en Mexicali, libra una batalla legal, para demostrar que fue injusto su despido. En especial, para acreditar que las autoridades universitarias, pese a que no les asiste la razón, ni el derecho, lo han mantenido fuera de las aulas, a base de simples marrullerías.

El catedrático observa, en cuanto a la autonomía y la democracia universitaria, que : “hay quienes consideran incompatible la democracia, con la vida universitaria, pero confunden la anarquía disolvente con la democracia, cuya materia prima es el conocimiento científico y se guía por este. En ausencia de democracia, nuestra actual vida universitaria, se ha tornado una oligarquía. La actual ley lo favorece, lo propicia”.

Precisa, que : “la autonomía, es la capacidad de autogobierno. Sin ella, las casas de estudios superiores son, si acaso, centros de capacitación de oficios varios, pero no universidades”.

Subrayó, en especial, que la UABC se rige por un derecho aristocrático u oligárquico. “El sistema jurídico –indicó- que actualmente padece la UABC, no fue diseñado para vivir en democracia. Proviene de la era del presidencialismo y la parte más nueva fue redactada al calor de los comicios de los 80s”.

Dijo que : “Es tiempo de renovar nuestro derecho universitario”, conforme a las tesis que en materia de educación postula el Artículo 3º. de la Constitución federal.
De manera especial, se refirió a la legitimidad de los gobernantes. En este caso, de las autoridades universitarias.

“Como cualquiera otro cargo –enfatizó- de naturaleza política, los rectores y directores necesitan legitimidad, para el ejercicio del poder inherente a sus atribuciones”.

Y agregó : “Una comunidad de 65,000 personas, no debe ser gobernada por un solo individuo, votado por once personas –la Junta de Gobierno-, a su vez votadas por otro cuerpo colegiado –Consejo Universitario- controlado también por el Rector”.

Definitivamente, la estructura universitaria es obsoleta. Urge renovarla.

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