Tijuana, B. C., a 5 de abril de 2020.- Como parte de los efectos de la pandemia del Coronavirus, el humano está en cautiverio y muchas otras especies están volviendo a playas, ciudades, océanos y ríos, esto es un mensaje de la naturaleza y una lección que debemos aprender, sería un error volver a lo que entendíamos como la “normalidad”.
Así lo dijo en entrevista el ingeniero bioquímico José Carmelo Zavala Álvarez, fundador del Centro de Innovación y Gestión Ambiental (CIGA), afirmando que otra normalidad es posible y ése es el mensaje que la naturaleza envía con este virus, y aunque la humanidad antes ha sido sorda a otros virus, si hoy se limita a matar al “mensajero”, no habrá lección aprendida.
Las señales han dejado de ser sutiles, sostuvo el maestro en bioingeniería, no debemos seguir ignorando a la naturaleza, pensado y actuando sin hacer la cuenta completa; somos responsables de nuestras acciones, del “desarrollo” que nos llevó a esta circunstancia y la “normalidad” no puede ni debe ser la misma antes y después de la pandemia.
“El humano en cautiverio y la naturaleza volviendo a playas, ciudades, océanos, ríos, con una rapidez insultante al ego del ´inteligente´ que intentó ´domar´ a la naturaleza indomable; el virus, microscópico, trae un mensaje de modestia, nos recuerda que somos solo una parte del ecosistema, que debemos respetar y vivir en equilibrio con la biodiversidad”, expresó.
Aunque parezca simpático y anecdótico, agregó, la noticia de peces en los canales de Venecia, coyotes en calles de San Francisco, venados en la playa de Mazatlán o tortugas en playas de Cancún, son indicadores del acoplamiento entre economía y contaminación, por no hacer la cuenta completa, por financiar la economía sacrificando a la naturaleza.
Hoy se usan recursos para producir alimentos que no llegan a las personas, se pierde la tercera parte de los alimentos del mundo por una distribución insuficiente, es insultante, inhumano, urge corregir esto, dijo el egresado del Programa de Estudios Avanzados en Desarrollo Sustentable de El Colegio de México y la Fundación Rockefeller (LEAD-México).
La crisis viral, remarcó Zavala Álvarez, sólo hace evidentes, con dureza letal, nuestros errores y fragilidad; combatir al virus se volverá trivial, porque sólo es el mensajero, pero ello significaría superarlo sin aprender la lección, cuando está claro que otro virus vendrá, éste no es el primero, solo basta recodar los últimos, como el de la influenza H1N1 y el SARS.
“Debemos aprender a vivir con menos, ser selectivos, distinguir entre lo necesario y lo superfluo, cubrir las necesidades vitales de la mayoría, distribuir el bienestar, una distribución equitativa y justa es clave para la sobrevivencia de todos; aunque tímidamente, ya definimos actividades no esenciales y sabemos cuáles no son necesarias”, consideró.
Este proceso no ha terminado, destacó, la reconfiguración económica debe ser profunda, pero de entrada es obvio que las empresas no pueden seguir apoyando su rentabilidad en actividades depredadoras de la naturaleza, sino que debe hacerse la cuenta completa en los costos de producción, ello implica establecer el impacto que se tiene en el medio ambiente.
“Tenemos acervo, tenemos ciencia, hemos discutido por mucho tiempo, conocimiento científico, conocimiento tradicional, conocimiento comunitario, toda una batería de argumentos, conceptos que hoy tenemos oportunidad de recuperar y revalorar, nuestros pueblos originarios saben lo que es vivir en conexión, en armonía con la naturaleza”, dijo.
José Carmelo Zavala destacó que es urgente desacoplar crecimiento económico y contaminación ambiental, descarbonizar la economía e impulsar una economía circular, eso es lo que sigue y la oportunidad de enfrentar el cambio climático con decisiones firmes, reconectando con la naturaleza para reaprender el funcionamiento de los ecosistemas.
“El crecimiento del Producto Interno Bruto sin distribución es inaceptable para el futuro inmediato, exportar los impactos ambientales negativos es una falacia, la rentabilidad de los negocios financieros es una amenaza por su fragilidad y volatilidad, por ello la reactivación económica debe ser selectiva, inteligente, para promover la sustentabilidad; la distribución es la clave para lograr un futuro en el que nadie se quede afuera ni atrás”, opinó.
El ingeniero bioquímico recordó que al destruir el hábitat de especies que en vida silvestre hospedan muchos agentes biológicos patógenos, es decir, microorganismos capaces de producir enfermedad y trasladarlos a mercados donde se comercian vivos o muertos, en condiciones insalubres, estas especies conviven con otras de vida silvestre y domésticas, creando una interfaz de alto riesgo para que surjan patógenos que pueden ser pandemias.
Aunque sí es urgente cerrar los mercados de vida silvestre para consumo humano, aclaró, la investigación científica prueba lo que muchos no quieren oír: que la vida silvestre no es la responsable de la pandemia, sino los seres humanos por la forma en que realizamos nuestras actividades productivas, sin considerar la capacidad de carga de los ecosistemas.
“Al producir sus satisfactores en un modelo económico voraz de los recursos naturales, los seres humanos hemos causado que más de un millón de especies de plantas y animales estén en peligro de extinción, según el Informe de 2019 del órgano intergubernamental asesor de Naciones Unidas en materia de biodiversidad y servicios ecosistémicos”, precisó.
Por último, dijo que lo inmediato es proteger a la humanidad de este virus y evitar contagios, pero a mediano plazo lo que debe evitarse es la pérdida de hábitat y de biodiversidad, por ello citó lo dicho por Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente: “no hemos entendido que cuidar el planeta es cuidar nuestra permanencia en él”.