Por Jaime Flores Martínez
Socarrón
TIJUANA B.C.-Decidido a contribuir con las autoridades locales, el general Enrique Martínez López solo necesitó 2 semanas para decepcionarse del alcalde de Tijuana Juan Manuel Gastelum Buenrostro.
Muy pocos saben que el alcalde Gastelum (popularmente conocido como el Patas) tuvo un desencuentro con el general Enrique Martínez López comandante de la II Zona Militar con sede en Tijuana.
Apenas al iniciar el año, el general Martínez se reunió con el Patas para reclamarle que empleados de su gobierno solicitaban un aumento en las dádivas para “repartir” a los militares que los acompañaban en los operativos de revisión a los centros nocturnos que operan en la zona de tolerancia de Tijuana.
¡Los militares no extorsionan! pudo reclamarle el general Martínez a tan ladino alcalde.
Y aunque nadie (excepto ellos) saben hasta qué punto llego la discusión, la realidad indica que hubo una ruptura.
Solamente las autoridades centrales conocen la responsabilidad de el Patas en el repunte de la violencia en Tijuana.
Algunos observadores refieren que los sistemas de inteligencia de los militares tienen muy claro el involucramiento de policías locales con delincuentes dedicados al narcotráfico.
Al existir una ruptura entre el Patas y el general Martínez los niveles de violencia se observan incontrolables.
Tamaña es la antipatía con el Patas que ni siquiera lo invitaron a la inauguración de la sucursal de Banjercito el viernes 12 en el cuartel militar de Tijuana.
Aunque muy pocos notaron la ausencia de Gastelum, al evento asistieron el secretario de la Defensa Nacional Salvador Cienfuegos, el secretario de Marina Vidal Francisco Soberón y el de Hacienda José Antonio Meade.
Fiel a su postura socarrona, el alcalde aseguró que “no lo invitaron”, aunque no aclaró “por qué”.
El asunto es que la sociedad está atrapada entre la creciente violencia y la innegable incapacidad del encargado de gobernar Tijuana.
Resulta inconcebible que el alcalde de una ciudad rompa relaciones con la máxima autoridad militar de la zona.
Aunque públicamente acostumbre hacerse el chistoso, no es entendible que subestime a las fuerzas castrenses.
Disciplinados como son los militares, el general Martínez difícilmente se referirá al desencuentro con el Patas.
Sin embargo, allá en el centro del país observan de cerca los movimientos de Gastelum. Allá documentan con quien se vincula, con quien se mete y “que se mete”.
Olague
A propósito de el Patas, quien debe estar preocupada es la actual oficial mayor del gobierno de Tijuana María de Los Ángeles Olague.
El pasado lunes Cicuta reveló que –en el texto de la denuncia contra el Patas por hostigamiento sexual– la denunciante Laura Alicia López pide al Ministerio Público que llame a comparecer a la señora Olague.
Ella deberá reconocer que Laura Alicia fue contratada (y después despedida) por órdenes directas de el Patas.
Laura sostuvo una relación sentimental con el alcalde el Patas, aunque en marzo decidió correrla porque no quiso cumplirle sus enfermizas perversiones.
El caso es que la señora Olague pidió de inmediato asesoría jurídica para saber “que decir” en caso que la llamen a declarar.
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