ACERCA DE LA PRODUCCIÓN
“Sí, a las mujeres les dejan hacer ciertas cosas en la NASA…”.
TALENTOS OCULTOS revela la increíble y no contada historia verdadera de un grupo de mujeres brillantes que cambiaron los fundamentos de su país para bien —al apuntar hacia las estrellas. El filme narra la historia crucial de un equipo elite de mujeres matemáticas de raza negra de la NASA, que ayudó en el triunfo de la carrera espacial que Estados Unidos libró sin cuartel contra la Unión Soviética, y que, al mismo tiempo, echó a andar la gestión para conseguir igualdad de derechos y oportunidades.
Todos han oído hablar de las misiones Apolo. Todos podríamos nombrar de inmediato los osados astronautas que dieron los primeros y grandes pasos para la humanidad en el espacio: John Glenn, Alan Shepard y Neil Armstrong. Pero, por increíble que parezca, Katherine G. Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson son nombres que no son repasados en las escuelas o que incluso sean conocidos por la mayoría de la gente —a pesar de que sus roles audaces, inteligentes y poderosos como las ingeniosas “computadoras humanas” fueron indispensables para los avances que le permitieron a los humanos viajar hacia el espacio.
Así, finalmente llega a la pantalla la historia de un trío visionario de mujeres que superó las fronteras del género, de la raza y del mundo laboral en su camino a ser pionero de los viajes espaciales. La película es protagonizada por la nominada al Oscar® Taraji P. Henson (Empire, Benjamin Button, Hustle And Flow), la ganadora del Premio de la Academia® Octavia Spencer (Allegiant, Fruitvale Station, The Help), la cantante Janelle Monáe, en lo que representa su debut cinematográfico, y el ganador en dos ocasiones del Oscar® Kevin Costner (Black Or White, Field Of Dreams, Dancing With Wolves).
El director Theodore Melfi (St. Vincent) le da vida al ascenso de las mujeres a los rangos más elevados del mundo aeroespacial durante los primeros y emocionantes días de la NASA, a través de un entretenimiento dinámico, lleno de humor e inspirador, que ilustra tanto la misión intrépida por lograr el primer, pero aparentemente imposible, viaje orbital de la Tierra, como los principios poderosos que pueden surgir cuando las mujeres se unen.
Por todas sus alegrías y triunfos, Talentos Ocultos es también un filme que se lleva a cabo en la encrucijada de las luchas más relevantes en la historia de los Estados Unidos: la batalla creciente por los Derechos Civiles; la pelea por ganar la peligrosa Guerra Fría sin provocar una guerra nuclear y ser la primera superpotencia en establecer presencia humana afuera del planeta Tierra; y la determinación constante por mostrar cómo los extraordinarios hitos tecnológicos que forjaron el futuro del mundo no tuvieron nada que ver con el género o el origen de la gente.
Melfi comenta: “Esta historia se desarrolla en medio del conflicto de la Guerra Fría, la carrera espacial, las leyes de Jim Crow y el nacimiento del movimiento de los Derechos Civiles. Es un territorio increíble para una historia espléndida y poderosa que muy poca gente conoce en su totalidad”.
Taraji P. Henson añade: “Ahora sabemos que había mujeres asombrosas detrás de cómo John Glenn llegó a orbitar la tierra en el espacio —finalmente tenemos la oportunidad de escuchar su historia”.
De manera conmovedora, Katherine G. Johnson, ahora en sus noventa, encuentra sorpresiva la fascinación creciente por su profesión y aquella de sus compañeras de trabajo, al apuntar que siempre estaba dando lo mejor de sí para su trabajo, su familia y su comunidad, como cree que lo haría cualquiera. “Yo sólo estaba resolviendo problemas que necesitaban ser resueltos”, comenta con una modestia característica.
En cuanto a lo que le aconseja a la gente que enfrenta retos en la actualidad, Johnson dice: “No lo dejes. Sin importar cuál sea el problema, éste puede ser resuelto. Una mujer lo puede resolver —y también un hombre, si le das mucho tiempo”.
Fox 2000 Pictures presenta una Producción Chernin Entertainment / Levantine Films, Talentos Ocultos, dirigida por Theodore Melfi a partir de un guión de Allison Schroeder y Melfi, basado en el libro de Margot Lee Shetterly. Los productores son Donna Gigliotti, Peter Chernin, Jenno Topping, Pharrell Williams y Theodore Melfi y los productores ejecutivos son Jamal Daniel, Renee Witt, Ivana Lombardi, Mimi Valdés, Kevin Halloran y Shetterly.
A Henson, Spencer, Monáe y Costner se les une un reparto que incluye al actor nominado al Emmy Mahershala Ali (Free State Of Jones, House Of Cards), la actriz nominada al Emmy Kirsten Dunst (Fargo, Spiderman, Mona Lisa Smile), el ganador en cuatro ocasiones del Emmy Jim Parsons (The Big Bang Theory, The Normal Heart) y Kimberly Quinn (St. Vincent, Gypsy). El equipo creativo detrás de cámaras incluye a la directora de fotografía Mandy Walker (Jane Got A Gun, Australia), al diseñador de producción Wynn Thomas (Grudge Match, Cinderella Man, A Beautiful Mind), al editor Peter Teschner (St. Vincent, Identity Thief), a la diseñadora de vestuario Renée Erlich Kalfus (Annie, Friends With Benefits, Chocolat) y a los compositores Hans Zimmer, Pharrell Williams y Benjamin Wallfisch.
Conoce a las “Computadoras humanas” de la NASA¬¬¬¬
Pocos logros en la historia estadounidense han sido tan celebrados como el programa espacial del país y aquellos primeros viajes desorbitados e idealistas por llevar a la humanidad al cosmos, que hemos contemplado desde los albores de nuestra historia. El presidente Kennedy fue elogiado por estimular al país a soñar en grande; los astronautas que volaron los primeros vuelos peligrosos hacia lo desconocido se convirtieron en iconos; y los ingenieros meticulosos de la NASA en el centro de control fueron alabados por su determinación y tenacidad al operar bajo presión.
No obstante, todavía hay héroes olvidados e improbables de la carrera espacial —particularmente, un equipo de mujeres matemáticas que marcó múltiples caminos, caminos hacia una diversidad mucho mayor en la ciencia y la igualdad en los EE UU, hacia los logros matemáticos humanos y para lanzar a John Glenn hacia una órbita fascinante a más de 27,300 kilómetros por hora, mientras en el espacio le daba la vuelta en tres ocasiones al globo terráqueo.
Era una época en el país cuando las oportunidades podían parecer injustas y limitadas —eso era verdad si eras mujer y si eras afroamericano, y especialmente si eras una mujer afroamericana. Y, aún así, estas mujeres de la NASA con una inteligencia deslumbrante ignoraron las limitaciones sin hacer espectáculo de ello, y redefinieron la idea de lo que era posible —y quién era vital para la nación— al probarse a sí mismas ser absolutamente esenciales para el futuro de los Estados Unidos.
Para Katherine G. Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson, la oportunidad de utilizar su conocimiento, pasión y habilidades se presentó justo cuando las demandas de la Segunda Guerra Mundial estaban cambiando la estructura social de la nación. En el frente de las fábricas, las mujeres fueron invitadas de manera repentina a pasar a formar parte de la mano laboral. Aunque menos reconocido, lo mismo estaba pasando en las ciencias y las matemáticas. Enfrentados ante la desalentadora escasez de científicos y matemáticos masculinos, y con nuevas leyes que prohibían la discriminación racial, los contratistas de defensa y agencias federales comenzaron a buscar mujeres y afroamericanos con las habilidades requeridas para seguir adelante con sus importantes investigaciones.
El director Theodore Melfi explica: “Para la NASA, en aquella época, la inteligencia era más importante que la raza o el sexo. Estas eran mujeres brillantes que podían hacer las matemáticas que necesitaban, que estaban hambrientas por una oportunidad, que querían realmente cambiar sus vidas —así que, ¿a quién más iban a recurrir?”.
En el laboratorio de investigación Langley Memorial en Hampton, Virginia —dirigido por la National Advisory Committee on Aeronautics, o NACA, precursora de la NASA—, la búsqueda se puso en marcha para encontrar mentes brillantes de antecedentes no convencionales. Necesitaban a gente talentosa para que fungiera como “computadora humana” —esto es, aquellas personas excepcionales con materia gris para completar cálculos incesantes y avanzados en sus mentes, antes de que tuviéramos súper computadoras digitales que pudieran trazar de manera precisa trayectorias de cohetes y rutas de reentrada.
Los riesgos eran elevados para todos los estadounidenses. En 1958, la Unión Soviética lanzó su vanguardista satélite Sputnik con bombo y platillo —y, así, afirmar que ahora llevaban la ventaja superior en la aguda Guerra Fría entre las dos naciones. Esto hizo que la carrera espacial se volviera prioridad y preocupación número uno de los EE UU. Millones de personas vieron la carrera desarrollarse, con la esperanza de que Estados Unidos pudiera ser capaz de probar su fuerza como sociedad al derrotar a los rusos en la órbita y en todo el trayecto hasta llegar a la luna. En una época cuando el miedo por una guerra nuclear descarnada que fuera a acabar con la humanidad estaba en su punto más álgido, la carrera espacial se convirtió en un camino alterno para que la USSR y los EE UU pudieran competir sin restricciones. Ambas naciones la vieron como una oportunidad para probar que su sistema tenía el mayor potencial, así como para cosechar nuevos beneficios militares y de espionaje, y convertirse en el primer país en establecer una esfera de influencia más allá de nuestro planeta. Para 1960, John F. Kennedy se estaba postulando como presidente con una plataforma inspiradora que postulaba cerrar la brecha en la carrera especial y tomar el liderazgo con el ingenio norteamericano.
Katherine G. Johnson recuerda del Sputnik: “Todos nuestros ingenieros estaban furiosos que alguien más lo haya hecho primero. Pero lo que la mayoría de la gente no sabe era que estábamos justo detrás de los rusos y estábamos listos”.
Fue bajo este contexto que la NACA se convirtió en la NASA y todos sus científicos y matemáticos, incluyendo las “computadoras humanas”, cambiaron el programa espacial a una alta velocidad.
A pesar de que las leyes de Jim Crow todavía minaban la igualdad y los derechos humanos en Virginia, Langley contrató a todo un equipo femenino de estas “computadoras humanas”, algunas de las cuales eran maestras de matemáticas afroamericanas. Permanecieron segregadas, toda vez que mujeres negras comían en cuarteles separados y trabajaban aparte en una división remota conocida como West Computing. Les pagaban menos que sus contrapartes de raza blanca. No obstante, su extraordinario trabajo estuvo por encima de lo esperado —y, a final de cuentas, se ganaron tanto el respeto de los hombres que se encontraban en medio, que se volvieron absolutamente indispensables para su misión más audaz hasta ese momento: poner a John Glenn en órbita completa alrededor de la tierra.
Incluso antes de que la NASA viera el talento todavía no explotado que estas mujeres tenían, ellas eran sorprendentes y especiales:
• Johnson era un fenómeno de Virginia del Oeste que había comenzado la secundaria a los 10 años y se había graduado con títulos en matemáticas y francés a los 18, antes de haberse convertido en una de las primeras en ingresar a la escuela de posgrado de la Universidad de West Virginia, que comenzó en Langley en 1953. Mientras trabajaba en la NASA, también era madre soltera, criando a tres niños.
• Los logros de Vaughan eran similares. Oriunda de Missouri, se graduó de la universidad a los 19 y trabajó como maestra de matemáticas antes de haberse unido a Langley en 1943. Al poco tiempo se convirtió en jefa del grupo de West Computing.
• Jackson era una lugareña de Hampton, Virginia, con títulos en ciencias físicas y matemáticas. Ascendió a ingeniera aeroespacial después de haberse unido a Langley en 1951, donde se especializó en experimentos de túneles de viento e información de aeronaves, siempre usando su puesto para ayudar a otros.
A pesar de ser tan especiales como eran, las mujeres tomaron sus logros con calma. Para Johnson, parecía normal poseer habilidades matemáticas extraordinarias, porque se le dieron de manera orgánica desde una edad muy temprana. “Casi desde que nací me encantaba contar cosas”, recuerda. “Siempre estaba contando los escalones, y teníamos muchos, así que adquirí mucha experiencia. Me di cuenta que el contar era una manera de entender mejor las cosas, ver cómo eran las cosas y qué significaban”.
Incluso en la NASA, Johnson se sintió atraída primero y antes que nada por su curiosidad acerca del mundo, y nunca se sintió como una heroína. “Lo abordaba así: si alguien me pedía que resolviera un problema, lo hacía”, declara con toda naturalidad. “Pero siempre quise saber más acerca de la importancia de lo que estábamos haciendo. Si estábamos haciendo un cálculo, quería saber: ¿Para qué es esto? ¿Por qué es fundamental?”.
En cuanto a llevar una triple vida como madre que criaba niños, como una mujer afroamericana que navegaba por las leyes de Jim Crow y como un gran talento para la NASA, Johnson dice que nunca sintió que no estuviera capacitada para hacerlo. “Una mujer siempre puede superar a un hombre al momento de hacer varias cosas a la vez, así que no había problema”, reflexiona. “Y en la NASA todos estábamos enfocados hacia el mismo objetivo, lo supiéramos o no”.
Margot Lee Shetterly, autora y productora ejecutiva, y cuyo padre trabajó en la NASA, estaba impactada de que estas mujeres permanecieran relativamente desconocidas. Shetterly escribió su novela Hidden Figures basada en entrevistas orales, en una investigación extensa y en información de archivos, que narraban cómo las mujeres de West Computing cumplieron con los retos a los que se enfrentaban con gracia y optimismo, cómo forjaron alianzas que las ayudaron a obtener respeto y cómo se ayudaron entre ellas para cambiar sus propias vidas, incluso a pesar de que estaban cambiando el país y la tecnología para siempre. También fundó Human Computer Project, que ha recibido dos subvenciones de la Virginia Foundation for the Humanities, una organización dedicada a archivar el trabajo de todas las mujeres que contribuyeron durante los inicios de la NASA.
Estaba especialmente conmovida por cómo las mismas mujeres minimizaron lo que se enfrentaron. Shetterly comenta: “De alguna manera, estas mujeres fueron escondidas a simple vista. Sintieron que tenían la oportunidad de hacer trabajos que les encantaban —y amaban estas matemáticas desafiantes—, así que nunca estuvo en ellas llamar la atención”.
Pero ahora es momento de prestarle atención a estas mujeres, cree Shetterly. “En el pasado, se nos ha ofrecido una visión ciega acerca de las mujeres en la tecnología”, comenta. “Tenemos esta imagen de cómo debería de verse un astronauta o científico, y en vista de que estas mujeres no embonaban con ese perfil, los historiadores con frecuencia las pasaban por alto”.
Shetterly se dio a la tarea de hacerles justicia a las mujeres en su libro. Una cosa que Shetterly quería hacer entender era lo mucho que estas mujeres podían hacer con lápices y puro poder mental. “En la actualidad, un tostador tiene más poder computacional que lo que había disponible en la década de los ‘60”, dice entre risas Shetterly, “y, no obstante, fuimos capaces de enviar al hombre al espacio, y después a la luna. Esto se debe al poder computacional crudo que provenía de estas mujeres”.
Para Shetterly fue especialmente inspirador ver cómo las mujeres navegaron realidades incompatibles —por un lado, como mentes de gran nivel y, por otro, como mujeres afroamericanas que se enfrentaban diariamente a un prejuicio institucional. “No me puedo imaginar lo que ha de haber sido estar tan metida en tu trabajo, tan fascinada por estos grandes problemas matemáticos —y después haber tenido que utilizar el ‘baño para negros’”, reflexiona. “Después regresas y tienes que mantener la cabeza en alto, a pesar de que te señalen tu estatus como ciudadano de segunda clase una y otra vez”.
El que se hayan vinculado de una manera tan estrecha, ayudó a las mujeres a encontrar la fuerza, comenta Shetterly. “Eran una banda de hermanas. Sabían que se tenían que apoyar entre ellas y se alentaban para dar el 150% porque también sabían que iban a ser examinadas de una manera distinta. Me parece que se dieron cuenta que tenían una rara oportunidad de abrirle puertas a otras mujeres negras hacia un futuro que sería diferente”, concluye.
Ahora, ha habido un bullicio de fascinación con las mujeres de la NASA, especialmente una vez que los esfuerzos por reclutar a más mujeres en los campos del STEM [science (ciencia), technology (tecnología), engineering (ingeniería) y math (matemáticas)] han levantado vuelo. “Una serie de personas llevó a cabo trabajo histórico y publicó artículos en el pasado”, indica Bill Barry, asesor de la NASA en el filme. “Pero no se había puesto de moda en la imaginación pública hasta ahora. En la actualidad, hay un interés creciente por ver cómo podemos alentar a las mujeres para que vayan tras su pasión en la ciencia, ingeniería y matemáticas”.
Cuando el guión llegó al escritorio de Donna Gigliotti, productora ganadora del Premio de la Academia®, ella también estaba sacudida por el estatus desconocido de las mujeres y conmovida por todo lo que habían conseguido en una época cuando sus logros no fueron reconocidos. “Nos dedicamos a desarrollar mucho material —pero este guión era único”, comenta Gigliotti. “Es una parte de la historia que necesita ser escuchada, y supe que esta era una película que tenía que hacer”.
Lanzando el Proyecto
Donna Gigliotti rápidamente se enteró que nadie con quien había hablado del proyecto cinematográfico tenía idea alguna de la existencia de un equipo de mujeres matemáticas expertas en la NASA. “Es alucinante que muy pocas personas conozcan esta historia. Sin embargo, quiero decir esto: toda la información estaba ahí”, señala, “pero les ha llevado varias generaciones para que Katherine, Dorothy y Mary obtengan el reconocimiento público que desde hace mucho tiempo se les debió de haber dado”.
Gigliotti se dio a la tarea de buscar a una mujer escritora para tomar esta historia desconocida y llevarla hasta la pantalla, por lo que quedó fascinada cuando encontró a una con antecedentes notablemente similares: Allison Schroeder, quien no sólo estudió matemáticas a gran nivel, sino que también hizo prácticas en la NASA, para seguir los pasos de su abuela, una programadora desde los primeros días de la NASA hasta el programa de transbordadores, y de su abuelo, quien formó parte del proyecto Mercury.
A pesar de lo mucho que Schroeder sabía de la NASA, ella, también, nunca se había topado con los nombres de Katherine G. Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson. No podía creer que esta historia inspiradora del empoderamiento de la mujer en el mundo de la ciencia espacial hubiese pasado desapercibida para ella, incluso siendo una empleada de la empresa.
“Sabía de las ‘computadoras humanas’ en la NASA, pero de verdad nunca antes había escuchado que había un equipo afroamericano segregado de computadoras”, explica Schroeder. “Para cuando mi abuela comenzó a trabajar ahí, ya estaba más integrado. Sé que muchas mujeres trabajaron en la NASA. Recuerdo que la NASA vino a nuestra escuela cuando iba en 2º de secundaria, y reclutó a mujeres y gente de minorías para hacer pasantías. Fue así como me involucré con la NASA, así como en las matemáticas y las ciencias. De tal forma, sabía que la NASA era muy partidaria por incluir a cualquiera”.
El primer gran intento de la NASA por la inclusión —y cómo Johnson, Vaughan y Jackson lucharon con sus corazones, mentes y almas para que funcionara— pasó a un primer plano en el guión de Schroeder, que destacaba la amistad y trabajo en equipo de las mujeres. Además del tema edificante, fue la humanidad y el humor de la historia lo que de inmediato generó interés.
Gigliotti recuerda que muy al principio se sumaron al proyecto Octavia Spencer, quien interpreta a Dorothy Vaughan, y Pharrell Williams, quien funge como productor, co-compositor y letrista, lo que ayudó a echar a andar todavía más las cosas. “Octavia se había hecho de una copia del guion y dijo que tenía que formar parte de la película. Mientras tanto, Pharrell se puso en contacto para decir que haría lo que fuera para unirse al proyecto. Me dijo, ‘Esto pasó a quince kilómetros de donde crecí. Estoy obsesionado con el espacio y también soy un gran promotor de la iniciativa STEM’. Así que Pharrell y Octavia se unieron desde un inicio y ya no se fueron a ninguna parte”, comenta Gigliotti.
Al igual que Gigliotti, Williams no podía creer que las mujeres afroamericanas que ayudaron a darle el triunfo a la NASA todavía no habían sido reconocidas en la cultura popular. Vio que la historia tenía un poder inherente para romper percepciones y para movilizar a gente de cualquier tipo de antecedente.
“El empoderamiento que obtienes de esta historia es simplemente notable, y no es ficción”, comenta Williams. “Estas mujeres cambiaron el mundo con sus mentes increíbles —y eso es un ejemplo importante de lo que es el empoderamiento. Katherine pensó: ¿cuáles obstáculos? Porque en su mente existía una ecuación para todo. Necesitábamos a ese tipo de gente en aquel entonces y ahora la necesitamos más que nunca”.
Williams continúa: “He estado obsesionado con la NASA desde que era un niño que creció muy de cerca, así que esta historia tenía todo para mí —es acerca de la ciencia, es acerca de mujeres sorprendentes, es acerca de mujeres afroamericanas, es acerca de la década de los ’60 y es acerca del espacio. Tenía que ser parte de eso”.
Está especialmente agradecido con Gigliotti por mostrarle este material al mundo. “Esta historia ha existido durante 50 años, pero nadie le dio luz hasta que Donna lo hizo”, comenta Williams.
Williams está emocionado de que las audiencias actuales tengan la oportunidad de conocer a Katherine G. Johnson. “Es alguien que aunque rodeada por la oscuridad del pasado, vio el futuro. Vio un futuro en el que las mujeres desbancarían toda expectativa y serían valoradas de manera equitativa —y tan pronto y veamos eso, me parece que nuestro planeta será mejor”, resume.
Después, se dieron a la tarea de buscar a un director que pudiera convertir reglas de cálculo, ecuaciones y virtuosismo matemático en material de lo que está hecho un drama dinámico. Profundamente conmovido con el guión, Theodore Melfi, quien recibió elogios por su melodrama nominado al Globo de Oro St. Vincent, protagonizado por Bill Murray, luchó por quedarse con la dirección. En su momento, estaba siendo considerado para dirigir un potencial exitazo taquillero, Spider Man, pero prefirió que fuera removido su nombre de la lista para poder dedicarse exclusivamente a Talentos Ocultos.
Gigliotti recuerda: “Ted dijo, ‘Este filme es muy importante y todos deberían conocer esta historia’. Tenía un grado tan elevado de pasión que desechó otras oportunidades. Es un hombre de una integridad auténtica”.
Melfi sumó al proyecto a socios de confianza en forma de los reconocidos ejecutivos de medios Peter Chernin y Jenno Topping de Chernin Entertainment, equipo que había producido St. Vincent (y que produjo más recientemente Miss Peregrine’s Home For Peculiar Children, de Tim Burton). Topping dice que vieron el filme exactamente como el tipo de proyecto que Chernin Entertainment quiere apoyar y que, además, le venía como anillo al dedo a los talentos de Melfi.
“Me parece que Ted se siente atraído, y nos sentimos atraídos, a historias de héroes improbables o no reconocidos”, comenta Topping. “St. Vincent es una película acerca del heroísmo de la vida diaria, pero es evidente que esta historia era distinta. Estas mujeres están muy consumadas en su campo —pero la gran mayoría del mundo todavía no escucha su historia. Creo que Ted es también un realizador que tiene un profundo interés en el humanismo, y esta es una historia que demuestra tanto lo mejor de los humanos, como su lado más oscuro”.
Topping continúa: “Talentos Ocultos es en realidad un balance perfecto entre lo inspirador, lo histórico, lo humoroso y lo conmovedor —abarca toda la gama de emociones. Y eso es lo que las audiencias quieren más que nada: ser entretenidas e informadas, pero también inspiradas y sentirse animadas. Es una historia en la que se siente que su momento ha llegado. La gente se sintió atraída a ella de una manera tan intensa, que fue un proceso que se dio de una manera inusualmente rápida. Terminamos la producción menos de un año después de haber comenzado a armar la película”.
Quizás la razón más importante detrás de la pasión de Melfi por Talentos Ocultos es que es padre de dos niñas. “Todos los días le intento decir a mis hijas que pueden hacer lo que quieran en el planeta, si ponen su cuerpo y alma en ello —y eso incluye las matemáticas y las ciencias”, explica Melfi. “Quiero que sepan que tienen un valor real y que pueden generar una vida satisfactoria para ellas mismas con su inteligencia. Sentí que esta era la oportunidad de dejarle saber a las niñas que pueden aspirar a convertirse en una Katherine Johnson”.
De inmediato, Melfi supo el método que quería abordar: “Quería que la película explorara la parte de la historia que no ha sido para nada documentada, a saber, cómo fue para tres mujeres afroamericanas trabajar en una NASA segregada, incluso a pesar de todos los logros que estaban llevando a cabo”, comenta. “Me encanta el doble significado que da el título porque con frecuencia a las mujeres se les ha visto como ‘figuras’ superficiales, en vez de grandes figuras. Pero estas mujeres fueron figuras ocultas en el sentido más literal, que cambiaron la carrera espacial”.
También esperaba recrear una época más optimista de los EE UU, cuando el objetivo de la gente era romper barreras con un sentido de convicción. “En aquella era había una sensación auténtica de orgullo nacional que rodeaba la carrera espacial, y el presidente Kennedy apeló a que todos dieran un paso más allá. Hizo alusión a la urgencia innata en todos nosotros de averiguar si hay algo más, algo mejor”, comenta Melfi.
Jenno Topping estaba emocionada especialmente por ver a Melfi trabajar con un reparto tan grande y diverso de actores veteranos y nuevos, que les dan vida a los personajes con sus matices vívidos. “Ted ama a los actores, entiende a los actores, y me parece que este reparto fue para él un área de recreo muy divertida para trabajar, además de que con ellos colmó toda expectativa”, comenta.
A lo largo del proceso, Melfi consultó de manera constante con la NASA e historiadores de la institución. Si bien no se estaba dando a la tarea de crear un documental bajo ninguna circunstancia, sí quiso que el drama novelizado del filme reflejara el espíritu de los primeros pioneros espaciales de todos los grupos socioeconómicos y étnicos. “NASA fue fantástica e indispensable, en especial cuando se trataba de que la ciencia fuera correcta. Nos apoyaron de una manera increíble durante todo el proyecto”, comenta.
Sobre todo, Melfi sintió que la historia resonaría entre las audiencias que están en búsqueda de una visión inspiradora de un futuro que incluye a todo aquel en los Estados Unidos que lucha por alcanzar nuestros más grandes objetivos. Melfi agrega: “En esta historia, ves cómo la habilidad y el conocimiento eran igualitarios. Durante la carrera espacial, cuando pusimos todo a un lado y dijimos, ‘cualquiera que sea tu raza o género, cualquiera que sean tus antecedentes, si puedes hacer las matemáticas, por favor ayúdanos a llegar a la luna’, algo sorprendente sucedió. La gente fue valorada por su talento y, en cambio, le dieron a su país regalos valiosos y apreciados”.
Concluye: “Un país dividido por cualquier línea puede conseguir poco, pero un país unido e inspirado para trabajar de manera conjunta puede conseguir lo mejor”.
Eso se volvió un tema fundamental, una vez que Melfi tomó el control de la producción —así como la idea de la hermandad entre ellas. “Desde un punto de vista individual, estas mujeres eran muy talentosas, pero ascendieron tomadas de la mano, una al lado de otra, y eso es lo que lo hace tan bello”, concluye Melfi. “Se empoderaron entre ellas, y debido a lo mismo todo mundo salió victorioso”.
Taraji P. Henson habla de interpretar a una leyenda desconocida
Tan rápido como comenzó el guión de Talentos Ocultos a hacer las rondas de Hollywood, de igual manera comenzó a resonar entre actrices protagónicas, incluyendo varias que Donna Gigliotti había imaginado para interpretar papeles clave. Finalmente, se conformó un trío en el que cada una se comprometió a meterse de lleno en las vidas y épocas muy distintas de estas mujeres matemáticas convertidas en pioneras del espacio que presenta el filme.
El trío es encabezado por Taraji P. Henson, quien ha estado en franco ascenso gracias a apariciones que incluyen su papel como la madre adoptiva Queenie en The Curious Case of Benjamin Button, de David Fincher, y por el cual fue nominada a un Oscar®, así como por su rol como la dinámica Cookie Lyon, esposa del magnate de hip-hop, en el exitazo taquillero Empire, papel por el cual ha sido nominada al Globo de Oro y Emmy, y del que se ha hablado mucho.
A Henson se le une Octavia Spencer, quien recibió un Oscar®, Globo de Oro, BAFTA e incontables reconocimientos por su crucial papel como la mucama honesta Minny Jackson en The Help, y que desde entonces ha sido vista en una gran variedad de papeles, desde el drama contundente Fruitvale Station y el thriller de ciencia ficción Snowpiercer, hasta la película animada Zootopia. El grupo lo completa una actriz nueva y emocionante: Janelle Monáe, mejor conocida por su carrera como estrella del pop nominada en seis ocasiones al Grammy, y que debutó como actriz este año tanto en Moonlight, de Barry Jenkins, como en Talentos Ocultos.
Henson se siente muy orgullosa de sacar a relucir por primera vez la vida de Katherine G. Johnson —la genio de los números que ayudó a calcular trayectorias clave para la órbita de John Glenn alrededor de la tierra y para el vuelo a la luna en 1969 del Apolo—, quien en el 2015 recibió la Medalla a la Libertad por parte del presidente. El papel le llegó como una etapa siguiente inesperada, pero también una que, aunque emocionante, la amedrentaba un poco. De hecho, encontrar la manera de adquirir el balance entre la relajación con números astronómicos y el desafío orgánico de las barreras sociales, ha sido, hasta la fecha, el reto más grande de su carrera.
Apreció justo esto. “Soy una chica que creció en el barrio”, señala, “así que todo lo que siempre tuve fueron sueños. Y cuando provienes de un lugar donde mucha gente siente que no tiene esperanza alguna y todo lo que ves es a gente que se asemeja a ti, que parece no tener un lugar en la sociedad, eso puede ser abrumador. Quizás si hubiera sabido que existieron mujeres como éstas cuando estaba creciendo, hubiera querido convertirme en científica espacial. No es que no ame lo que esté haciendo —pero hay mucho trabajo importante que hacer en el mundo, y estaba muy emocionada por ser parte de un proyecto que quizás y les dé a chicos que estén creciendo en lugares como los que yo crecí una visión distinta de lo que podrían llegar a ser”.
Henson prosigue: “Así que me sentí muy honrada de tener esta oportunidad de interpretar a una mujer como Katherine. Había una abundancia de emociones que rodeaban todo esto —y también había miedo porque no soy tan apta para las matemáticas. Pero me parece que precisamente porque eso me asustaba tanto, tenía que hacerlo. No podía negarme”.
Sobre todo, a Taraji le conmovió la negativa de Johnson a dejar que las circunstancias la sacaran del camino. “Fue como si Katherine tuviera todo obstáculo apilado contra ella, y, a pesar de ello, nada pudo detenerla. Ese fue uno de sus dones y ese es su legado”, señala Henson.
Le fue inevitable notar que la ex convicta Cookie Lyon y la heroína espacial Katherine G. Johnson no podrían ser más distintas, salvo que ambas son mujeres complejas —pero estaba emocionada de explorar un lado tan distinto de la experiencia norteamericana. “Me sentía muy honrada de que los realizadores pensaran en mí para interpretar este papel. Vieron más allá de Cookie y vieron que estaba interesada en hacer otras cosas, y por ello estoy muy agradecida”, comenta. “Una vez que me hice del papel, me deshice muy rápidamente de Cookie y salté al mundo de Katherine”.
Donna Gigliotti opina: “Cookie y Katherine son como el agua y el aceite. Pero Taraji es tan inteligente y divertida, además de que verla es muy emocionante —fue por todo esto que fue capaz de asumir este papel diametralmente opuesto”.
Jenno Topping añade: “Nunca sentí un riesgo en darle el papel a Taraji porque siempre sentimos que ella era Katherine. Ted la quería desde el principio —y puedes ver que ella es una actriz que se encuentra ahora en su mejor momento. De igual manera, su pasión por el proyecto era contagiosa”.
Aún así, el aura de Johnson la precedía. Bill Barry, asesor de la NASA, opina de la inteligencia numérica de Johnson: “Katherine tenía una facilidad con las matemáticas que te dejaba atónito. Después de haber sido contratada en 1953, de inmediato se volvió evidente que tenía talentos inusuales. Así que cuando se formó el Space Task Group, se la llevaron ahí porque requerían de la crema y nata. Y era una fuerza a la que había que tomar en cuenta”.
Si bien la NASA acababa de empezar a utilizar computadoras IBM de vanguardia, John Glenn pidió específicamente que Johnson volviera a revisar los cálculos a mano antes de su vuelo orbital a bordo del Friendship 7 (Amistad 7). Así de buena era. Glenn se rehúso a incluso pensar en arriesgar un viaje al espacio hasta que tuviera los resultados de Johnson.
Henson esperaba no sólo exhibir la mente brillante de Johnson, sino también su energía incesante y positivismo. “Eran los inicios de la década de los ’60, por lo que había racismo y sexismo por todos lados, sin lugar a dudas. Y, a pesar de ello, aquí tienes a esta mujer que no dejó que nada de eso fuera un lastre”, comenta Henson. “No hay suficientes imágenes para mostrarles a las niñas de mujeres como éstas, negras o blancas. Simplemente no tenemos y me parece que es muy importante”.
Johnson ha sido reconocida finalmente. El 5 de mayo de 2016 se le dedicó el Katherine G. Johnson Computational Research Facility en el Langley Research Center. La fecha celebró el 55º aniversario del lanzamiento y amerizaje históricos del cohete de Alan Shepard, que Johnson ayudó a que fuera posible.
Henson, quien conoció a la heroína nonagenaria para hablar acerca de sus experiencias, cree que gran parte de lo que impulsaba a Johnson no era tanto tener su oportunidad de brillar, sino la incluso todavía más rara oportunidad de hacer que otros sobresalieran. “Cuando conocí a Katherine me dijo que uno de sus profesores alguna vez dijo, ‘Estoy harto y cansado de que me hagan preguntas cuando sé que saben las respuestas’. La respuesta de Katherine fue, ‘Bueno, yo sé que estos seis estudiantes a mi alrededor no saben la respuesta y quiero que la entiendan de la manera en la que lo hago yo’. Esta es una persona increíble que piensa de esa manera”, comenta Henson.
Melfi vio un reflejo de la determinación de Johnson en Henson. “Taraji tiene la misma habilidad de Katherine para emprender algo de una manera rápida y precisa, que fue lo que hizo con este papel”, comenta. “Estaba en su cuarto de hotel aprendiendo matemáticas y llegaba al set lista para hacerlo. Hizo un trabajo notable para brindar una actuación muy contenida y ponerse de manera genuina en los zapatos de Katherine”.
Pharrell Williams añade: “Taraji es una maestra de las emociones. Es capaz de transportarse a sí misma en tan sólo dos segundos a un lugar muy profundo”.
Para Johnson, Henson señala, no había duda alguna si estaba o no a la altura del trabajo de alto riesgo en la NASA. “Cuando hablas con Katherine acerca de los prejuicios de la época, te lo dice en un tono de ‘así es como era’. Para ella, te ponías a hacerlo, llevabas a cabo tu trabajo y hacías lo que con suerte traería un cambio. Y esa fue la gran oportunidad que tuvo en el Space Task Group. No les importaba quién era, mientras les diera los números que necesitaban. Era parte de un objetivo humano mucho mayor y eso significaba mucho”.
Quizás el elemento más conmovedor para Henson es la camaradería de las mujeres en el West Computing —su deseo de ir tomadas de la mano en este viaje sorprendente. “Lo que me llamó la atención cuando hablé con Katherine es que nunca asumió el crédito individual”, concluye Henson. “Solamente usa las palabras ‘nosotros’ y ‘nosotras’. Es ahí donde te das cuenta que alguien tiene un don verdadero para darle al mundo —cuando no se trata de ti sino de tu habilidad para usar lo que tienes para alcanzar a otros. Entendió su propósito. Hasta la fecha sigue siendo muy inteligente”.
Octavia Spencer habla de interpretar a la matriarca de las mujeres de la NASA
Al igual que Taraji P. Henson, Octavia Spencer sintió una atracción magnética por interpretar a Dorothy Vaughan, en parte porque no podía creer que su sorprendente historia no fuera más conocida. “Me atrajo el hecho que no habíamos sabido de las contribuciones que estas mujeres brillantes de la NASA hicieron para nuestra evolución y para la carrera espacial. Eso me intrigaba mucho”, comenta Spencer. “Cuando elijo un papel, tiene que ser algo por lo que me siente intrigada o que me ilustre de alguna manera. Esta película tenía ambos, combinados”.
Continúa: “Este filme se desarrolla en una época tan interesante para nuestro país, cuando se estaba redefiniendo para convertirse en lo que somos ahora. Y la cosa más bella de mirar atrás en la historia, como lo hace este filme, es contemplar cómo podemos influir en el futuro. Tengo la esperanza de que después de ver esta historia, surjan niñas en el mundo que se den cuenta de la gran valía que tienen”.
Uno de los diálogos favoritos de Spencer que dice en su papel como Dorothy Vaughan es: “Nadie te puede decir que eres mejor que cualquiera, y nadie te puede decir que eres menos”.
“Yo provengo de una extracción muy humilde”, indica Spencer, “y una cosa que mi madre nos dijo hasta el cansancio es que tu posición en la vida no dicta tu camino en ella. Así que tener a Dorothy diciendo algo tan similar a lo que siempre me han enseñado…bueno, sabía, sin lugar a dudas, que estaba interpretando a la mujer correcta”.
Vaughan, quien falleció en el 2008, continuó trabajando en la NASA durante gran parte de su vida. Tan pronto y las innovadoras computadoras de IBM se aparecieron en escena, fue Vaughan quien sintió que se estaba gestando una era audaz y nueva e hizo los ajustes pertinentes, una vez que se especializó en computación electrónica y programación FORTRAN, lo que la hizo a ella y sus colegas indispensables. Entre las mujeres de West Computing, era vista como líder y Katherine G. Johnson se refería a ella como la mujer más inteligente que jamás haya conocido.
“Dorothy era, según los que la conocieron, una mujer santa. La gente la amaba”, dice Donna Gigliotti. “A la fecha, Katherine habla acerca de Dorothy de una forma que te hace ver lo importante que era para ella”.
Theodore Melfi añade: “Dorothy era la matriarca de este grupo de mujeres —ayudó a muchas a obtener sus puestos, además de haberse encargado de ellas. Nunca pudo convertirse en una supervisora oficial debido a las políticas de aquella época, pero, como sea, desempeñó ese papel”.
Jenno Topping indica que Spencer pareció aceptar todo eso de una manera orgánica. “Se abrió totalmente ante este proyecto”, comenta Topping.
Spencer sintió el peso de intentar darle vida a la mujer que se había ganado ese tipo de respeto con una precisión contundente. Intentó entregarse al espíritu de la personalidad de Dorothy. “Esta es la segunda ocasión en la que interpretó a una persona que existió, y sí me pareció que era importante capturar su integridad personal. Quería que Dorothy Vaughan fuera recordada por sus acciones, así que la abordé pensando que yo era sólo el conducto a través del cual el mundo será capaz de ver todas las contribuciones que hizo Dorothy”, explica Spencer.
Continúa: “Dorothy también fue muy generosa y creo que debido a esa absoluta falta de egoísmo era difícil para ella ganarse un lugar tan rápido como lo hicieron Katherine y Mary. Al mismo tiempo, creía en las mujeres y se aseguraba que cada paso adelante para ella fuera también un paso adelante para todas”.
Para Spencer, la holgura del papel —permitirle a Vaughan ser tanto tremendamente talentosa como humanamente complicada— fue en sí mismo una alegría extraña. “Es tan maravilloso tener la oportunidad de interpretar a una mujer fuerte, pero doy gracias que a cada una de estas mujeres se les permita también tener sus vulnerabilidades”, comenta.
Al igual que Henson, a Spencer le encantó encontrar la comunión con sus compañeras de reparto. “Esta es una película acerca de la hermandad”, comenta. “El trabajo en equipo era muy importante en la NASA, y para estas mujeres cualquier cosa que persona alguna hiciera, afectaba a toda la comunidad. Así que teníamos que encarnar eso, juntas”.
Spencer le da crédito a Melfi de mantener al reparto fortalecido y conectado con la visión predominante que tenía del filme. “Ted llegó al set después de haber analizado esta historia de pies a cabeza, y su euforia se sintió en cada elemento”, resume. “Es en verdad una de las personas más colaborativas que he conocido. Y fue muy conmovedor saber que este filme tiene una importancia extra para él porque tiene hijas y entiende por qué es tan importante que contemos historias que le den a las niñas un sentido de su valía en este mundo”.
Janelle Monáe en interpretar un papel importante en pantalla
Mejor conocida por su personalidad futurista como estrella de la música pop, Janelle Monáe fue una elección inusual para interpretar a Mary Jackson, pero los realizadores pensaron que era un riesgo que valía la pena tomar. “Todos estábamos conscientes que para ella iba a ser un gran salto asumir el reto de que este fuera su primer gran papel en cine, pero Janelle tiene una personalidad fantástica. Y cuando le hicimos la prueba, vimos que tenía un carisma tremendo en pantalla, un dinamismo que no puedes negar”, comenta Donna Gigliotti.
“Tiene tanto brillo”, comenta Theodore Melfi. “Es enérgica como Mary. Puedes verla decir algo en cada momento con tan sólo su lenguaje corporal —y eso es muy divertido de ver. Para mí, tiene la sensación de una estrella glamorosa de la década de los ‘40”.
Al igual que sus compañeras de reparto, a Monáe la incentivó la esperanza de hacerles justicia a las mujeres de West Computing. “Para mí, era muy motivador formar parte de esta historia”, comenta. “Estas mujeres cambiaron al mundo literalmente, al haber permitido al primer astronauta orbitar la tierra. Desde el primer momento en el que recibí el guión y me pidieron que hiciera una audición, no había nada más importante para mí que interpretar el papel de Mary Jackson”.
Una vez que obtuvo el papel, Monáe se sumergió con deleite en su preparación. “Hice mucha investigación acerca de Mary. Ya murió, pero su espíritu todavía vive”, comenta. “A pesar de que nunca tuve la oportunidad de hablar con ella, sin lugar a dudas ella le ha hablado a mi corazón. La veo como alguien que quiere justicia. Sabe que es inteligente y no se va a subestimar o a apocar para hacer sentir cómodo a alguien”.
Para Melfi, el que Henson, Spencer y Monáe hayan obtenido los papeles abrió todas las puertas que necesitaba para permitirle al público tener la oportunidad de conocer a estas mujeres, que casi se pierden en la historia a un nivel personal. “Podrías pensar que Taraji va en contra del tipo, pero se ve tan fresca en el papel; Octavia no sólo demuestra destreza en su oficio, sino también en su humor; y, como actriz novel, Janelle fue simplemente impresionante”, resume el director.
La naturaleza de las actuaciones como un ensamble le añadió una capa adicional, que llevó a cada a una de las protagonistas a profundizar más. “Me encantan las relaciones entre estas mujeres”, comenta Henson, “en la que Mary y Dorothy siempre están discutiendo y Katherine es la que, callada, observa desde el fondo. Me encanta que se acepten entre ellas por lo que son. Es raro ver una película donde hayan tres amigas, particularmente afroamericanas, que se quieran y apoyen entre ellas como lo ves aquí”.
Kevin Costner habla del manejo del Space Task Group
Es el líder del Space Task Group —Al Harrison, siempre vigoroso, mascando chicle y limpiando sus lentes— quien les dice a sus ingenieros de la NASA al calor del momento: “O llegamos ahí juntos —o no llegamos en lo absoluto”. El papel de Harrison, un personaje ficticio basado en una combinación de varios líderes verdaderos de la NASA, es interpretado por Kevin Costner, actor y realizador ganador del Premio de la Academia®.
“Kevin interpreta una figura clave en la NASA, que está basado en varias personas, incluyendo el administrador de la NASA de aquella época, James Webb”, explica el director Melfi. “Estos fueron tipos que estaban muy motivados por llevar a los estadounidenses al espacio —y estaban más interesados en los números y la ciencia que en cualquier otra cosa. Para ellos, cualquiera que hiciera el trabajo que pudiera llevar a un hombre hacia la órbita y fuera de ella de manera segura, era bienvenido”.
Melfi continúa: “Estábamos muy emocionados de que Kevin se nos uniera, porque aporta una gran generosidad con su talento y espíritu. De por sí ya tiene ese tipo de personalidad contagiosa que provoca que se haga un equipo de inmediato, que iba muy bien con la del personaje. Siempre viene a trabajar con el afán de servir —a sus compañeros de reparto, al personaje que está creando, a la historia. Para mí, no hay fallo alguno en él”.
Costner se sintió atraído al guión de inmediato. Así como con los otros, la historia lo dejó impactado. “Lo que es sorprendente es que sabemos que los Estados Unidos fue erigido por la habilidad de gente extraordinaria, pero esa gente que dio tanto no siempre ha recibido la atención pública que se merece”, indica. “Quizás y los nombres de estas mujeres no estén por todos lados, pero fueron de gran relevancia para el programa espacial, para la vida de gente real y, en realidad, para todos nosotros”.
Estaba intrigado por adentrarse en un mundo que muy poca gente ajena podría llegar a ver alguna vez —los espacios privados donde el verdadero trabajo de la NASA se llevó a cabo antes de que se llevara a cabo cualquier lanzamiento espectacular o viaje a las estrellas. “Los científicos e ingenieros se cuecen aparte”, indica Costner. “Así que la clave para este papel fue entender a lo que se enfrentaba Al Harrison: intentar reunir a las mentes más capaces y brillantes en la NASA, para que todas trabajaran de manera conjunta en una idea que nadie sabía a ciencia cierta si iba a funcionar. Sólo existía la idea de que teníamos que llegar al espacio, pero él tenía que discernir cómo hacer para que toda esta gente distinta se enfocara para lograr ese objetivo”.
Costner se dio cuenta que no debió de haber sido fácil. “La realidad es que cuando pones a muchos científicos talentosos en un cuarto, pueden ser muy individualistas y no necesariamente se van a llevar bien todos. Muchos científicos están tan sumergidos en lo que están haciendo, que pueden cegarse y no ver a otra gente. Así que a alguien como Harrison no sólo se le tienen que ocurrir formas de abordar y resolver los problemas matemáticos, sino que también tiene que lidiar con los elementos humanos de los celos, la fatiga y el prejuicio”, explica.
Una motivación fue derrotar a la ex URSS, que en el punto más álgido de la política nuclear arriesgada, era de suma importancia. “Mucho de ello se redujo a una competencia sana y tradicional”, señala Costner.
En cuanto al porqué Al Harrison se arriesga con Katherine a pesar de