Es 15 de octubre y con el paso de las semanas vemos que el Desayunador del Padre Chava está experimentando cambios importantes en su organización, vemos un poco más de orden en la asignación de tareas. A diferencia de las dos semanas anteriores, al medio día había una menor afluencia de personas, tanto de voluntarios como de migrantes. El equipo del Proyecto Archivo Oral de Migración de El Colef, también se ha sumado al voluntariado. La mayor parte de nuestra labor en esta visita, consistió en tomar registro de las donaciones y distribuirlas internamente. Posteriormente ayudamos a separar los alimentos y a ordenar los implementos de aseo y ropa.

 

Una vez más, destacan las muestras de solidaridad de los habitantes de Tijuana y de San Diego que han acudido a donar artículos de primera necesidad. Mientras avanza la tarde, intempestivamente aumenta el número de voluntarios: Grupos dedicados al cuidado de la salud, trabajadores sociales, trabajadores de centros educativos, dueños de negocios de la región, familias y grupos de familias con amigos, sin dejar de lado a representantes de órdenes religiosas de México y Estados Unidos, y practicantes. En grupos de 5 y 10 personas se solicita el acceso para donar tiempo y participar como voluntario (a) de tiempo parcial. Hoy también hubo actividades de intervención con migrantes adultos y niños, que fueron invitados a comer helado, romper piñatas y a usar los juguetes recién entregados.

 

El recorrido de Juan y su experiencia en Tijuana

 

Este día pudimos hablar con Juan, un migrante haitiano que acababa de cumplir 15 días en la ciudad de Tijuana. Juan tiene 28 años y llegó de Manaos, ciudad brasileña, donde radicó por cinco años trabajando como albañil. Menciona que después del Mundial Futbol de 2014, la situación laboral se complicó, la ciudad se encareció y por ello decidió migrar junto con su esposa y su pequeña hija en busca de mejores oportunidades. Su mirada desde entonces se puso en Estados Unidos.

 

Juan inició su trayecto en la frontera que une a Colombia, Perú y Brasil. Llegó a Colombia cruzando por la Amazonía. Un punto de paso fue la ciudad de Pasto, de ahí se dirigió a Medellín y luego a un pequeño poblado llamado Urabá para continuar hasta la frontera con Panamá. Después de Costa Rica y Nicaragua, Juan comenta que Guatemala fue el país que más le representó problemas para él y su familia, en su ruta hacia Estados Unidos, reitera que debió entregar dinero para que lo dejaran cruzar. Finalmente en territorio mexicano emprendió el camino a Tijuana.

 

Durante la conversación, Juan afirma que el albergue (Desayunador del Padre Chava) no ofrece las condiciones necesarias para vivir dignamente. Dice que la hora de despertar es a las 5:00 a.m, tiempo en el que deben realizar distintas actividades. Menciona que el frío de la madrugada está afectando la salud de su hija, quien en ese momento se encontraba con un “resfriado”. También expone que la salud de otros niños de la comunidad se perjudica por la poca higiene, lo que ha generado infecciones.

 

Juan comenta: “no me gusta la cultura de aquí, no está bien”. Se le preguntó ¿qué es aquello que no te gusta? Y respondió que la comida no es de su agrado por ser muy diferente a la suya. Aunque dice que cerca del albergue (como le llaman al Desayunador), algunos compañeros decidieron comenzar a preparar comida haitiana con la ayuda de un cocinero local.

 

Finalmente, comparte que tiene muchas expectativas por el cruce a la última frontera que le llevará al vecino país del norte. La cita de Juan estaba programada para el día 11 de Noviembre de 2016, tiempo que espera con ansia para encontrarse con familiares que ya le esperan allá (Estados Unidos).

 

Por: Juan Carlos Herrera Restrepo, estudiante de El Colegio de la Frontera Norte, Maestría en Estudios Culturales, para el Archivo Oral de Migración (El Colef), Tijuana, Baja California. Octubre 15 de 2016.

 

Imágenes para el Archivo Oral de Migración (El Colef) de Araceli Almaraz.

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