Alejandro Corvera Sánchez-Estudiante
Doctorado en Estudios Culturales
Araceli Almaraz Alvarado
Departamento de Estudios Sociales
TIJUANA B.C.-Los flujos migratorios que apreciamos a escala global en los albores del siglo XXI incluyen a México. Los 3200 km de franja fronteriza en el norte del país y la compleja relación que existe entre México y Estados Unidos suponen un accidentado intercambio de mercancías y personas.
El leitmotiv sigue siendo el mismo: sea el tan anhelado “sueño americano” o “la búsqueda de mejores oportunidades”. Miles de personas en el mundo siguen buscando el acceso a países como Estados Unidos imaginando accesos a una mejor vida, imposible en sus lugares de origen. En 2016 mexicanos, haitianos, congoleños, salvadoreños y habitantes de otras partes del mundo huyen de conflictos bélicos, de la precariedad, de la inestabilidad política, de regímenes autoritarios. Cientos de lugares hoy día son considerados territorios fértiles para la expulsión de población.
Mujeres, hombres, niños y adolescentes son migrantes; no importa la edad, el color, el origen étnico, e incluso la posición socioeconómica. La migración es un fenómeno global y en México somos testigos de ello.
Tijuana, por antonomasia, la frontera para intentar el cruce a Estados Unidos está experimentando un nuevo proceso. Desde junio de 2016 esta ciudad ha visto llegar a miles de migrantes de lugares no habituales. El trayecto no es Haití-México. El trayecto regular es Brasil-México. Los puntos de paso son Perú, Ecuador, Colombia, Nicaragua y Guatemala antes de llegar a Chiapas. Ahí los afortunados logran emprender un viaje de tres días por carretera hasta Tijuana, pensando en que este es el último trecho hacia sus sueños.
El Desayunador del Padre Chava, alberga a más migrantes de lo habitual cada día. Es difícil cuantificarlos y diferenciarlos. Llegan a todas horas. ¿Quién vigila los accesos? Son dos, uno principal y otro al final del patio. Hoy la puerta de cristal le ha correspondido a un joven que da sus servicios al albergue. Es difícil bloquear la entrada, negar el agua, negar un bocadillo. Ayudar es “su trabajo”, y representa la retribución al apoyo que también ha recibido del centro.
Se identificó como acapulqueño y reconoció su condición de deportado. Su labor es clara: supervisar quien entra y quien sale. Está consciente de que su paso por El Desayunador será fugaz, pues –nos dice- intentará cruzar la frontera de nuevo. El motor económico es el que lo llevó hasta Tijuana e insiste que es su único objetivo.
Otro voluntario, Juan de Dios, apoya con el registro de lo que llega. En una libreta indica a los donantes: “apunte su nombre, si es de una organización, su teléfono y la lista de lo que trajo”. Hay que dejar vestigio de las aportaciones en especie. Si los donativos son en efectivo hay que pasar a la oficina del primer piso. Juan de Dios también orienta a los que preguntan por médicos, salesianos y directivos. Informa sobre la posibilidad de hacer entrevistas y organiza a las decenas de personas que quieren ser voluntarios por unas horas. Toda la ayuda es bien recibida. Juan toma las bolsas repletas de ropa y las acomoda para que otros voluntarios las lleven al piso de arriba y las clasifiquen. En un carrito de supermercado de alguna tienda departamental, ahora al servicio del albergue, se ponen las latas, lo sacos de arroz, frijol y leche. Es impresionante ver como la ayuda llega y llega. Hay quien duda de que este ritmo se sostenga. Los voluntarios no lo hacen ni un segundo, ellos están bendecidos.
Personas que vienen de San Diego, de Los Ángeles, y de muchos lugares de Tijuana nos permiten apreciar la gran movilización social de estos meses y nos exponen a una realidad que tantas veces nos parece lejana e inimaginable. Escuchamos voces y encontramos el mismo eco. El rompecabezas aún sigue incompleto. El equipo de este proyecto se ha sumado también al voluntariado, no es posible pasar de largo sin retribuir, sin dar apoyo.
Nota: El proyecto del Archivo Oral de Migración es una iniciativa de El Colegio de la Frontera Norte a través de la Dirección General de Docencia, que busca acercarse a las voces de los actores que vivencian -desde diferentes posiciones, visiones, lugares y roles- el fenómeno de la movilidad internacional.