Por: un priista preocupado.
En días pasados leí con extrañeza una columna política, donde expresa el supuesto nerviosismo priísta ante la perspectiva de la inminente renovación de la dirigencia estatal del PRI en Baja California.
Extrañeza porque ante esta coyuntura de oportunidad de construir un nuevo PRI, que esté a la altura de las expectativas sociales, que concilie a sus militantes y reconcilie a éstos con los ciudadanos, aparezcan expresiones caracterizadas por la descalificación y la falta de razones que en nada contribuyen a la unidad y la cohesión reiteradas anteayer por su dirigente nacional, Manlio Fabio Beltrones.
Extrañeza, también, ante el bajo nivel periodístico al que no nos tiene acostumbrados el autor de la columna, frente a un tema tan relevante que merece un tratamiento responsable en el plano de las ideas y propuestas.
Estos momentos de renovación partidista constituyen la invaluable oportunidad de trascender, en beneficio de la sociedad, los egoísmos de facciones que no han sabido y querido ver más allá de intereses sectarios, que en buena medida explican distanciamientos de las causas ciudadanas.
Los auténticos priístas entienden este momento estratégico de renovación del PRI. El PRI que sea un termómetro social, el PRI de los compromisos, el PRI a la altura de la realidad que exige respuestas urgentes, mediante la confección y puesta en práctica de políticas públicas efectivas y eficaces que conquisten la credibilidad ciudadana a partir de resultados tangibles. Que sepan capitalizar, para el caso específico de Baja California, las reformas estructurales promovidas por el presidente Peña Nieto.
Este es el fondo del planteamiento de muchos militantes que consideran la necesidad impostergable de poner un alto a algunos priístas que no han sabido leer la realidad, pulsar la opinión pública y plantear las soluciones que demanda el desarrollo de Baja California.
También es de extrañar, que ante la proximidad de la contienda electoral, haya quienes no entiendan que los partidos políticos deben abrirse más a la sociedad y a la ciudadanía, apreciar en toda su magnitud el valor de su militancia, pero sobre todo darle una espacial atención e interés a los ciudadanos que legítimamente esperan de esas organizaciones políticas, consideradas, por la norma constitucional, como entidades de interés público.
En el marco del entreveramiento generacional, ciertamente, el PRI del siglo XXI es el partido del progreso, de las libertades, de la igualdad entre géneros y la apertura de espacios a los jóvenes, garantía de su vigor, visión y vigencia en el porvenir de Baja California y de todo México.