PERFILES DEL IMAC
Tijuana, B.C., a 2 de abril de 2015.- El maestro Daniel Trápala Omaña ha consolidado durante una década su vocación en la enseñanza del dibujo y pintura artística en la Casa de Cultura Playas; donde también se ha hecho de una familia de alumnos, una comunidad que encuentra en el arte un lugar de crecimiento y aprendizaje.
Convencido de que el arte no es un entretenimiento, sino parte esencial del desarrollo del ser humano, ha impulsado y compartido su conocimiento con tijuanenses de todas las edades; motivado por la certeza del valor que implica la comunicación a través del pincel y un lienzo.
– ¿Cómo llegó a la Casa de Cultura Playas?
Yo venía de Jalapa, luego de vivir la mayor parte de mi vida en el Distrito Federal. Yo empecé a enseñar pintura en Jalapa, con esa experiencia solicité trabajo aquí en la Casa de la Cultura y me abrieron las puertas.
– ¿Cómo aprendió a pintar?
La pintura la aprendí a través del trabajo. Me desarrollé en casas editoriales, como Fernández Editores. Comencé ilustrando historietas. Yo le doy muchas gracias a Dios porque a pesar de que no salí de una escuela en especial, todo mi trabajo fue aceptado. Inmediatamente que empecé a trabajar mis trabajos fueron publicados, a nivel internacional inclusive. Por eso cuando pienso a quién se le debe el crédito de eso, estoy seguro de que es a Dios.
– ¿Qué caracteriza al trabajo que ha desarrollado?
Por el dibujo en general, pero en el área artística; como la ilustración de libros, revistas, folletos, carteles, etc. Domino el dibujo técnico, pero no me fui por ese camino.
– ¿Qué es lo que busca trasmitirle a sus alumnos?
Todo lo que yo he aprendido quisiera transmitirles, quisiera replicarme en ellos. Me falta tiempo, y ellos aprenden muy bien de acuerdo al tiempo y sus posibilidades. Pero no es lo mismo estar 8 o 9 horas en una empresa haciendo lo mismo todos los días, a estar aquí 2 o 3 horas a la semana, y no tienen ese avance que yo quisiera.
Aun así todos salen satisfechos de que aprendieron, de que saben pintar, de que conocen las técnicas y saben desarrollarlas. Y a mí también me satisface, sobre todo cuando veo ya los resultados en las exposiciones.
– ¿Hay algo que caracterice a los alumnos que recibe en la Casa de Cultura Playas?
Hay algunos que es sorprendente cómo aprenden, a veces con su primera cuadro ya me dejaron con la boca abierta. Me gusta mucho platicar con ellos, animarlos, dirigirlos. No está bien que yo lo diga, pero cuando viene gente buscando a un maestro me recomiendan bien.
– ¿Qué tan importante considera sembrar y desarrollar la semilla del arte en la ciudadanía?
Yo siempre se los digo, que el arte es antes que la escritura, viene desde el tiempo de las cavernas. El arte es una manera de comunicarse. Debemos conocer esa historia y los cambios que ha sufrido la pintura, como muchas de las artes.
– ¿Qué le ha hecho permanecer por 10 años en la Casa de Cultura Playas?
El deseo de enseñar. Yo era un dibujante y pintor, pero de guión, lo que me decían eso hacía, y ahora no; ahora tengo una libertad total. Esa libertad me abre muchos panoramas, me permite investigar por mi propia cuenta. El apoyar el desarrollo de cada persona en el arte.
– ¿Considera que el espacio físico de la Casa de Cultura Playas es un elemento que aporte a este aprendizaje de los alumnos?
Muchísimo. No sabe cómo me agrada estar aquí, y no solo a mí, a mis alumnos también. Qué bien se siente uno así. Yo siempre los invito a que vean este entorno, la arquitectura, los árboles, hasta las nubes, las sombras, los brillos. Todo esto es un entorno que nos ayuda muchísimo.
Además que somos como una familia. Cuando entré hace 10 años ya había un grupo de adultos que ya estaba en el taller con la anterior maestra. Son tres personas ya mayores, y hasta la fecha siguen conmigo; más otra persona que se agregó al siguiente años, son cuatro que están en mi taller desde el inicio. Hoy tengo varios grupos y con todos estoy muy contento.
– ¿Qué mensaje le daría a las personas con el interés en la pintura, sobre lo que pueden encontrar y aprender en su taller?
El mensaje que les puedo comunicar es que se involucren en las artes, porque eso eleva nuestro espíritu. Y en lo que concierne a mi taller, feliz de invitarlos a pintar, que para mí es un verdadero deleite. Creo que se lo pueden preguntar a cualquiera de mis alumnos, y le contestará lo mismo.
Porque no solo se aprende eso, sino que se adquiere un conocimiento, sabiduría, experiencia; se aprenden cosas nuevas de observar, se desarrolla una habilidad para hacer algo que no solo nos agrada a nosotros, se le saca un provecho enorme, porque nada se pierde con el arte, al contrario es puro ganar. Es como una terapia, podemos crear algo para decorar nuestra casa y hasta podemos vender nuestros cuadros, además de crear un nuevo círculo de amigos. Por eso yo le recomiendo a toda la gente que nos lea que se involucre en algún área del arte.
Aquí han entrado muchísimas personas que nunca en su vida habían agarrado un pincel o un lápiz para dibujar, y han salido exponiendo y pintando cuadros muy hermosos; así que las posibilidades son para todo mundo, no hay limitantes ni para chicos ni para grandes, he tenido alumnos con seis años de edad y hasta 83.
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