Tijuana, B.C., a 5 de marzo de 2015.- Rosa Amelia Quintero Melgadejo es encargada de la coordinación académica de la Casa de la Cultura Tijuana. Desde 1986 ha colaborado en diferentes etapas con esta institución, de la que quedó enamorada desde la primera vez que entró en el histórico edificio de la colonia Altamira.
Antes de preguntar el sueldo que tendría, no dudó en comprometerse con la Casa de Cultura y aplicar su formación pedagógica a este importante proyecto cultural de la ciudad, donde ahora coordina sus 94 talleres; entre ellos música, danza, teatro, fotografía, manualidades, idiomas, cocina verde, entre otros.
A lo largo de su relación profesional y personal con la Casa de la Cultura, ha sido testigo del impacto que causa este “faro de luz” en las familias tijuanenses, no solo de aquellas residentes en la colonia Altamira; a la vez de ser ejemplo vivo del amor que quienes se desempeñan ahí tienen por este espacio.
– ¿En qué consiste su trabajo?
Considero muy importante el trabajo que se realiza, porque se coordinan todas las actividades artísticas de los talleres que aquí se imparten. Se organizan horarios, se ve qué talleres está pidiendo la comunidad para promoverlos, crear nuevos horarios, nuevos talleres. También algo muy importante es coordinar las actividades de los maestros, ver que lleven un programa de trabajo y que en ese proceso de enseñanza-aprendizaje el alumno sea beneficiado.
– ¿Cómo fue que llegó a la Casa de la Cultura?
Soy egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México. Estuve un tiempo viviendo en la Ciudad de México, estudié la licenciatura en pedagogía. Cuando llego a Tijuana me ofrecieron aquí estar coordinando actividades culturales, estuve 1986 al 91’. Fue cuando se creó la Escuela de Música del Noroeste y me tocó coordinar a todos los maestros para que ese proyecto se llevara a cabo.
Aquí en la Casa de la Cultura me ha gustado mucho promover a artistas locales y organizar eventos donde se difunda la cultura, en artes plásticas, música, danza, etc.
– ¿Cómo ha visto el impacto de la Casa de la Cultura en la comunidad tijuanense?
Para mí este lugar es un faro de luz para la ciudad. Es una labor tan hermosa que aquí se realiza, que lleva a desarrollar el potencial del ser humano. Porque muchos niños que llegan aquí ya traen mucho talento, y aquí es donde se dan cuenta de tienen potencial para otras áreas del arte.
Además, el aprender una disciplina artística se sublima más en los niños, y actúa como prevención para malas compañías, para drogadicción. Creo que la labor que se realiza aquí es importantísima para el bienestar de niños, jóvenes y adultos también; porque aquí se reciben de todas las edades.
Por aquí estuvo Julieta Venegas, Ramón Bostich; también muchos que ahora son maestros que primero llegaron como alumnos, como Raúl Elías Mendoza, que es maestro de violín aquí. Hemos visto el impacto que ha tenido en sus vidas, el estar estudiando en una casa de cultura, fue como un empujón para que ellos se desarrollaran profesionalmente.
Alumnos que han pasado por aquí ahora están contribuyendo al bienestar cultural de Tijuana impartiendo clases. La labor de aquí es muy noble, la que realizan los maestros.
– Parece que el edificio en sí es también un protagonista en el desarrollo de sus alumnos. ¿lo nota así?
Cuando llegué aquí, no pregunté ni el salario. Caí en el hechizo de este lugar; me gustó tanto. La gente tiene mucho amor a este espacio, los alumnos lo sienten. Para mí es un trabajo que hago por satisfacción personal.
Siento que colaboro para el bienestar de la comunidad de Tijuana, impulsando y promoviendo estos talleres; que realmente tienen una finalidad, ver el avance de los alumnos en cada área que estudian. Y se culmina con una muestra de fin de cursos donde los papás y el público en general ven el desempeño de estos jóvenes.
Y realmente se involucran todos, porque en una muestra de fin de cursos une a la familia. Implica mucho que niños, jóvenes y adultos vengan a un taller artístico. Impacta en fa familia porque ayuda a construir buenas relaciones. Lo vemos en los pasillos cuando termina un evento. Aquí la gente se siente como en su casa, se siente una armonía, un bienestar.
– ¿Qué le ha aportado la Casa de la Cultura de forma personal?
Como persona me gusta mucho porque me da un bienestar psicológico y emocional, sentir que estoy trabajando en algo que me satisface profesionalmente. Estoy porque me gusta y porque me siento útil haciendo algo por los demás, algo hermoso que sé que va a repercutir en sus vidas positivamente.
– ¿Qué mensaje le daría a quienes aun no conocen la Casa de la Cultura?
Que se acerquen a nosotros. Nuestro interés es fomentar el gusto por las actividades artísticas a las personas de todas las edades; nuestra alumna más pequeña tiene solo 2 años. Hay un límite de edad, pero hay niños que están tan despiertos artísticamente, que desde muy pequeños están aquí. También queremos ofrecer más actividades para adultos mayores y personas con discapacidades, porque es parte de su bienestar psicológico, intelectual, emocional y físico.